En octubre de 2010, pocos meses después de nacer cohaerentis, fuimos invitados a dictar una Clase Magistral en la Universidad Tadeo Lozano en Cartagena de Indias, Colombia, para hablar de los profundos cambios que estaban experimentando las organizaciones y los trabajadores por el impacto de la tecnología.
A esta charla la titulamos «Navegar en Tiempos Líquidos». Nos inspiramos en el pensamiento de Zygmunt Bauman, quien propone adaptarnos a la movilidad e incertidumbre, frente a la fragilidad con que se tejen en la actualidad nuestras relaciones e instituciones. Según el sociólogo saber gestionar el cambio puede ser la clave para evitar conflictos sociales y alcanzar un mayor bienestar.
Seis años después vemos como el título de este artículo, y de la penúltima diapositiva de la charla, sigue estando vigente. Cuando nos preguntan qué ocurre después de que una organización inicia su proceso de transformación, esta es nuestra respuesta: el cambio continuo. Por eso nuestro foco, en aquel momento y ahora, son las personas y las estructuras organizativas en las que trabajan, así como las implicaciones de toda transformación (legales, de comunicación, financieras…). Nos satisface comprobar que tenemos argumentos frente a quienes califican la transformación digital de una moda más. Ya entonces sosteníamos, como muchos otros consultores, que para afrontar la nueva economía las organizaciones tenían que ser más planas y flexibles, así como valorar más sus activos y recursos intangibles, fundamentalmente el talento. También mencionábamos lo importante que era (y es), asumir su identidad digital y la de sus trabajadores, fortalecer su capacidad de diálogo y cultivar una cultura pro-tecnológica.
Esta era nuestra propuesta para una organización inteligente, adaptada a la nueva economía
La única diferencia de hace seis años a ahora es que la transformación en las organizaciones no se puede seguir aplazando. No basta con tener acceso a la tecnología, cada vez más barata y abundante. Algunas estructuras, procesos y mentalidades que servían hace cincuenta años, hoy son el principal obstáculo para ser más competitivos y disfrutar de los beneficios de la tecnología. Por otro lado el ciudadano, votante, consumidor, estudiante y trabajador, ya se ha digitalizado. Lleva consigo dispositivos móviles que le conectan al mundo, del cual demanda servicios ágiles en cualquier lugar y momento. Por eso decimos que las empresas el día de mañana serán digitales o no serán.
Y hablando del mañana…
Lo más valioso de iniciar un proceso de transformación digital es hacernos competentes para afrontar el cambio continuo. Son muchos los retos que como sociedad tenemos a corto y medio plazo, como por ejemplo salvar el planeta. El cambio de una economía lineal a una circular, que garantice un desarrollo sostenible que no consuma definitivamente los recursos del planeta obligará a los Estados, más temprano que tarde, a imponer medidas que nos fuercen a innovar sobre nuestra cadena de valor, productos y servicios. Pensemos entonces en lo oportuno que será haber transformado nuestra organización en una nave preparada para navegar en tiempos líquidos.
La presentación navegar en tiempos líquidos puedes verla aquí:
La imagen de cabecera se titula Painted Sea, y se la debo a F Mira, quien la tiene publicada en Flickr bajo licencia Creative Commons, la misma con la que se libera este artículo bajo su fórmula Compartir-Igual (BY-SA 3.0).
Juan Carlos Álvarez
Socio-Consultor en cohaerentis
Especialista en Competitividad y Derecho Digital