Como ya hemos comentado en otros post anteriores, si bien el salario económico sigue siendo el factor de motivación extrínseca principal a la hora de elegir un puesto de trabajo (aquellos que pueden permitirse el lujo de elegir), su peso con respecto al salario emocional se ha reducido considerablemente en los últimos años, y sobre todo en determinados colectivos de profesionales.
Así lo avalan los últimos estudios de HAYS, centrados en tres colectivos diferentes:
- profesionales recién titulados, que van a incorporarse al mercado laboral
- profesionales en activo
- profesionales desempleados
Entre los primeros, más de la mitad (52%) de ellos no aceptaría un trabajo si no tiene relación con sus estudios o no puede ganar experiencia en el mundo laboral en su sector.
Conseguir un buen sueldo para ganar independencia personal pasa a un segundo plano con solo el 17%, situándose a continuación la mejora de la formación práctica (13%), la posibilidad de hacer plan de carrera en la empresa (13%) y la hacer contactos (4%).
En el caso de los trabajadores empleados, la mitad rechazaría una oferta de trabajo si no pudiesen ofrecerle desarrollo profesional o formación. Al menos el 55% considera que estos dos factores son importantes o muy importantes.
Por último, entre los trabajadores desempleados, sí es el factor económico el más determinante: 1 de cada 3 ha rechazado alguna oferta de trabajo en los últimos meses siendo el principal motivo el salario (40%), aunque también influyen aspectos como las condiciones laborales -el horario- (35%), las funciones a desempeñar (18%) y la exigencia de ser autónomo (17%).
Fuentes: Guía HAYS 2020, informe What Workers Want de HAYS
Ana Cañas García
Consultora en Talento Digital en cohaerentis
Profesional de los Recursos Humanos