Somos abogados, qué le vamos a hacer. No todo el mundo puede ser programador, community manager, teleco, experto en SEO….Sin embargo, cuando tenemos ideas las generamos a través de mapas mentales en freemind. Nuestros blogs emplean wordpress, la plataforma de publicaciones más extendida a nivel planetario. Salvo en el caso de que exigencias laborales lo requieran, y aun así es salvable, cuando escribimos, editamos una hoja de cálculo o diseñamos una presentación, lo hacemos en Openoffice. Por defecto empleamos Firefox en nuestra navegación y tenemos instalados Ubuntu (y Debian) en nuestros equipos. No somos radicales del opensource. También nos gusta Mac y reconocemos que cuando nos iniciamos en el mundo de la informática Windows 95 jugó un gran papel ;-). Entre otras, por estas cuestiones, nos llaman abogados frikis, pero en realidad este es un apelativo que, aunque nos gusta, no explica del todo las implicaciones que tiene para nosotros optar por hacer un uso intensivo de las tecnologías en nuestra vida (profesional o no), y mucho menos explica nuestra preferencia y apoyo hacia el software libre.
El software libre, a diferencia de otro tipo de tecnologías, tiene una serie de elementos intrínsecos que ligan con nuestra cultura, nuestra forma de pensar o de vivir. Cuando hablamos de software libre hablamos de nuestra idea de procomún, o si se prefiere de nuestra idea de conocimiento libre o compartido y de su lugar como derecho en la sociedad, como fin o como medio del individuo.
El carácter innovador del software libre no es técnico sino jurídico (y no es que barramos para casa). La libertad que se otorga sobre el programa a los receptores del mismo, ese libre acceso al código del programa así como la libertad de transformación y difusión del mismo, con todas las implicaciones de construcción colectiva del conocimiento que ello implica, así como la amplia cesión de derechos de propiedad intelectual por parte del creador o creadores del programa a terceros. Ese es el carácter innovador.
Nosotros, como abogados, bien sabemos que el Derecho en particular, y los hechos sociales en general no asimilan los cambios de paradigmas con la velocidad y facilidad con la que se producen en el mundo tecnológico.
La tecnología que hay detrás del software libre es de código legal y social, no de programación, por lo que los hechos que visualizan su expansión no son de carácter cuantitativo (número de aplicaciones desarrolladas bajo licencias libres, volumen de negocio generado con código abierto, etc.) sino de carácter cualitativo, como es la difusión de valores asociados al Open Source.
Precisamente, cuando en el año 1977 Inglehart describe los cambios culturales de las sociedades industrialmente avanzadas como «La Revolución Silenciosa», de lo que da cuenta es de un cambio de valores en un paso del materialismo al postmaterialismo. En esta nueva era las sociedades dan prioridad a elementos como la autorrealización (algo muy ligado a la Ética Hacker de Himanen), el aprecio por las ideas, la difusión libre del conocimiento y un mayor compromiso por lo social. En nuestra opinión esta es la base de la verdadera revolución en la que el software libre ha jugado el importante papel sirviendo de punta de lanza a la hora de abrir camino a una nueva forma de generar y distribuir la riqueza. Un nuevo modelo económico del que se nos antoja muy difícil echar marcha atrás.
Reflexión conjunta de:
Juan Carlos y Elena