Hasta hace relativamente poco tiempo, los procesos de incorporación de talento a las organizaciones finalizaban con la firma del contrato entre la empresa y el trabajador elegido.
Afortunadamente, y como en tantos otros aspectos de la gestión de los recursos humanos, hemos avanzado hasta otorgar la importancia que merece al proceso de integración del profesional en la compañía. Es en ese momento cuando da inicio un camino de adaptación entre ambas partes: el encaje entre el grupo y el individuo.
Qué aspectos no podemos olvidar
Más allá de los meramente legales, impuestos por la normativa laboral, tales como las diferentes formaciones en prevención de riesgos laborales y protección de datos, o la realización de los reconocimientos médicos, existen otros de gran importancia que serán los que precisamente refuercen el encaje del trabajador en la empresa, y viceversa.
Algunos de los más destacados:
– Información sobre el puesto de trabajo. Si bien, sería incluso recomendable, facilitársela al profesional en las fases más avanzadas del proceso de selección, es imprescindible contar con ella ya en este punto. Responsabilidades, tareas, procedimientos y recursos para el desempeño adecuado.
– Plan de carrera y desarrollo profesional, con detalle de la oferta formativa que la empresa pone a disposición de su plantilla.
– Mapa de la organización. Con las redes formales, e incluso informales, que la componen, así como las relaciones entre ellas.
– Documentación sobre las buenas prácticas y protocolos a cumplir en los diferentes ámbitos organizativos.
Los datos
Las cifras facilitadas por los últimos informes sobre rotación justifican sobradamente la implantación de manera formal de los procesos de onboarding.
Según el último estudio de Glassdoor, las organizaciones con un sólido proceso de incorporación, logran mejorar en un 82% la fidelización de nuevas contrataciones y en más del 70% la productividad.
El 90% de los trabajadores deciden si continuar o no en la empresa que los ha contratado durante los primeros 6 meses, siendo un 30% de los mismos, los que finalmente se marchan, al finalizar ese período.
Sin duda estos datos deberían de servirnos como motivo más que suficiente para diseñar procesos de incorporación completos, tanto en contenidos como en duración, en nuestras organizaciones.
Ana Cañas García
Consultora en Talento Digital en cohaerentis
Profesional de los Recursos Humanos