Vivimos una era de cambios y transformación digital que, hasta el momento, ha sido liderada por China y EEUU. No obstante Europa, lejos de quedarse a la cola de la revolución digital, se suma a esta nueva “guerra revolucionaria”, tal y como indica el comisario europeo Thierry Breton, quien señala que la estrategia de Europa será la inteligencia artificial y definir una línea estrategia para el tratamiento de los datos.
El plan de acción comenzará mediante un primer análisis y etapa de consultas que no se quedará en los organismos europeos sino que pasará también a empresas, sindicatos, gobiernos para, entre todos, elaborar un proyecto común, consensuado y relevante.
En primer lugar, en cuanto al uso de la inteligencia artificial se quiere, no solo ganar competencias, potenciar y explotar el mercado, convertirse en Europa en la primera potencia, sino que es la inteligencia artificial, los requisitos de calidad y seguridad óptimos para la ciudadanía europea, que sea «digno de confianza de los ciudadanos» tal y como declara Von der Leyen.
El punto de controversia en todo esto es la forma de reglamentar la inteligencia artificial pues, pese a las facilidades que la nueva tecnología aporta, no hay que olvidar la posible inyección que puede causar en nuestra privacidad, por ello, cuanto mayor pueda ser el riesgo , más estricta será la normativa de desarrollo.
A modo de ejemplo, para el caso del reconocimiento facial a distancia, no se lanzarán los primeros proyectos hasta dentro de tres o cinco años, esto se debe a la línea entre la seguridad y la privacidad siempre es algo cuestionable, pues no es fácil impulsar una sin dinamizar la otra. La UE no se plantea establecer sistemas como este hasta que no se llega a un punto intermedio que garantiza la seguridad de los derechos fundamentales de los europeos, que puede servir como una buena
medida en los controles de seguridad.
Por otro lado, el segundo gran campo de batalla en el que quiere posicionar la UE, es el referente a los datos industriales. Para ello pretende crear un «mercado único» de productos y servicios a partir de espacios de datos, tanto personales como no personales, e infraestructuras en la nube, accesibles a un sector público y privado.
En conclusión, con este proyecto, los organismos de la Unión pretenden alcanzar y superar las potencias actuales en materia tecnológica, sin que ello suponga un menoscabo en los derechos de los ciudadanos. Entendiendo que esto establecerá la línea diferenciadora y marca europea en esta lucha:
alcanzar la excelencia de servicios y productos tecnológicos, ya imprescindibles en el tiempo que vivimos, pero garantizando en todo momento los valores y derechos que fundamentan la UE.