El lema de Facebook “Move fast and break things” (Muévete rápido y rompe cosas), planteado por primera vez en 2008 y personificando la filosofía de innovación de Zuckerberg, ha inspirado a innumerables emprendedores y profesionales digitales, al mismo tiempo que nos ha dado dolores de cabeza a muchos abogados.
Este lema, que vincula agilidad con ruptura para promover innovación, ha llevado a algunos a pensar que en su afán por romper, lo más sencillo es desafiar las reglas establecidas para convivir armónicamente sin perjudicar a terceros.
Es evidente que este planteamiento es incorrecto. En lugar de infringir normativas, la verdadera innovación y disrupción radica en cuestionar cómo operan las empresas, el mercado, la industria o un modelo de negocio existente. Sin embargo, esto requiere más esfuerzo que simplemente desatender las leyes de propiedad intelectual, protección de datos o los derechos de los consumidores y usuarios.
Está claro que cumplir con las normas implica detenernos un momento para entender cómo estas afectan a nuestros proyectos digitales, pero insistimos en que esto no implica necesariamente ser menos ágil.
Si consideramos todo el ciclo de desarrollo de un proyecto, el aspecto legal surgirá tarde o temprano y, en base a nuestra experiencia, cuando esto ocurre al final, el retraso es mayor, cabiendo la posibilidad de que el proyecto esté abocado al fracaso.
A continuación planteamos algunas ideas que aportamos para que la legalidad del proyecto no sea un problema de agilidad.