El uso sin un mínimo cuidado de las aplicaciones de los teléfonos móviles puede resultar muy peligroso, ya no sólo por lo invasiva que pueda ser la aplicación sobre los datos de los usuarios a los que accede, si no por el tratamiento masivo que realizan y gestionan en la nube dichas aplicaciones, sobre todo si tienen relativo éxito, aunque cuente con el consentimiento del usuario. Y es que aquí está la clave. Muchas empresas, conocedoras de lo poco conservadores que somos respecto a nuestra privacidad, se atribuyen en sus condiciones de uso y políticas de privacidad derechos que van claramente en contra de los intereses y derechos de sus clientes.
Un ejemplo es el caso de FaceApp, la aplicación de origen rusa usada para envejecer el rostro. Sus políticas no son para nada claras respecto al tratamiento de las imágenes de los usuarios, que llevan a cabo en la nube, y para las que se reservan el derecho de ser compartidas con una amplia categoría de terceros: desde empresas del grupo que el usuario desconoce, hasta cualquier proveedor publicitario, sin apenas reconocerle los derechos y garantías que el nuevo Reglamento General de Protección de Datos tiene previstas para los usuarios europeos.
Este asunto ha causado gran revuelo mediático. Te recomendamos el siguiente artículo para profundizar en el tema.